lunes, 18 de enero de 2010

Un milagro

Hola, amigos:

Estoy leyendo "La elegancia del erizo", de Muriel Barbery y os voy a trasladar los sentimientos de una de sus protagonistas ante un concierto.
Y es que, recordando el concierto de Navidad, del Coro de la UPSA, algún concierto de mi Coro de San Esteban y otras experiencias similares, no he podido sustraerme a compartir mis sentimientos con las palabras de Paloma, la protagonista en cuestión:

"...Se hizo el silencio y enpezó el recital. Es como un milagro. Toda la gente, todas las preocupaciones , todos los odios y todos los deseos, todas las angustias, todo el curso ... con sus vulgaridades, sus acontecimientos mayores y menores, sus profes, sus alumnos... toda esa vida en que nos arrastramos, hecha de gritos y de lágrimas, de risas, de luchas, de rupturas, de esperanzas trustradas y de suertes inesperadas: todo desaparece de pronto cuando el coro empieza a cantar.
El curso de la vida se ahoga en el canto, de golpe hay una impresión de fraternidad, de solidaridad profunda, de amor incluso, que diluye la fealdad cotidiana en una comunión perfecta.
Cada vez ocurre los mismo: siento ganas de llorar, tengo un nudo en la garganta y hago todo lo posible por dominarme pero, a veces, me resulta muy dificil: apenas puedo reprimir los sollozos.
Entonces, cuando cantan en canon, miro al suelo porque es demasiada emoción a la vez: es demasiado hermoso, demasiado solidario, demasiado maravillosamente en comunión.
Dejo de ser yo misma, paso a ser parte de un todo sublime al cual pertenecen también los demás, y en esos momentos me pregunto por que no es la norma de la vida cotidiana en lugar de ser un momento excepcional.
Cuando la música enmudece, todo el mundo aclama, con el rostro iluminado a los integrantes del coro, radiantes. Es tan hermoso..."

Creo que a todos los que perteneceis a un coro,asistis a conciertos y escuchais música os puede resultar familiar esta clase de sentimientos tan hermosos.

De nada.
Saludos.

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